En el antiguo y en el nuevo testamento vemos nuestras vidas representadas como vasijas de barro. Isaías proclama, “todos somos obra de Tu mano” y San Pablo reseña: “...tenemos este tesoro en vasos de barro”.
Dios no habita ya en templos hechos de manos humanas, habita en nosotros, su obra maestra. Sus palabras son los ladrillos con los cuales edifica alto en nuestras almas, conforme al perfecto modelo de Cristo; consolidando almas que no podrán ser quebradas como un cántaro de barro, sino que se sostendrán con el acero espiritual del amor y la fe...
¡Mientras Dios edifica los muros de tu corazón, su fortaleza cimienta las torres de tu sabiduría y la paz de su presencia los desborda! ¡Porque lo que Dios construye, nada lo destruye!
lunes, 7 de octubre de 2013
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