miércoles, 1 de mayo de 2013

¡Al vacío!

Un tradicional cocinero de una familia italiana quiso compartirme el secreto familiar para su insuperable y duradera salsa de tomate casera. Explicaba que la durabilidad de ésta no era producto de aditivos químicos, sino de un lento proceso de cocción y un delicado envasado al vacío, de modo que, sin la presencia de oxígeno u otros elementos extraños, su pureza, frescura y longevidad estaban garantizadas. El proceso de Dios en nuestros corazones exige un vacío absoluto de nosotros, para que su amor se instale allí con efectos perfectos y eternos. Llenarte de Dios significa vaciarte de ti mismo. Tu cambio no ha sido pautado para lo pasajero, si el proceso duele, cuesta y tarda, entonces entiende que Dios, el experto, ordena, perfecciona y trabaja para bendecirte.

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