martes, 29 de enero de 2013

¡Dios trabaja!

Ante eventuales experiencias que requieren gran templanza, nada mejor que recordar el Salmo 90:4: “Porque mil años ante tus ojos son como el día de ayer que ya pasó, y como una vigilia de la noche”.  Mientras parpadeamos hasta el amanecer, sedimentos de respuestas, el buen Dios trabaja para bendecirnos. El dolor de la espera puede llegar a ser tan intenso e interminable como un parto. Tratamos de ser indiferentes al proceso para no rendirnos de abatimiento, pero nos invaden decenas de situaciones “aparentemente” casuales y se acomodan sin preguntar en las celdas de la mente. Mas, la prueba de nuestra fe produce paciencia, el combustible para las grandes conquistas. Sigue creyendo, la fe transforma un proceso en la distancia más corta hacia una promesa.

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