miércoles, 14 de noviembre de 2012
¡Bienaventurados!
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia… Mateo 5.6.
El hambre y la sed son de las más voraces exigencias humanas, este tipo de apetito demanda una respuesta contundente. Cuando la impotencia de la injusticia nos conduce a la oración Jesús proclama con gran consolación: “Serán saciados”.
En el concepto judío de los tiempos de Jesús, un justo era quien se ajustaba a Dios, a su parecer y voluntad. Hoy, por igual, se exige el entendimiento de que la justicia tiene un orden, un tiempo, un método y un juez “soberano” no tirano, sino misericordioso, que establece a quien demande justicia que debe primeramente cumplir con ella. ¡La justicia de Dios es por “fe”, sus ojos están abiertos, su corazón también!
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