martes, 10 de abril de 2012

Honduras, espejo de la violencia


La noche del 9 de marzo dos conductores de autobús fueron asesinados al volante de sus vehículos. Los asesinos les dispararon en la cabeza después de dejar huir a los pasajeros.
En el lugar del crimen, repleto de familias que llevan a sus pequeños hijos a observar la escena, se comprenden varias de las dinámicas que vive San Pedro Sula, una ciudad al noreste del país sitiada por toda clase de violencias: crimen pandilleril y organizado, normalización de la violencia, y miedo a las autoridades.
Los compañeros de los conductores asesinados, visiblemente afectados, piden alejarse del lugar y no ser identificados para poder explicar con tranquilidad porque han muerto sus compañeros.
Dicen que cada semana pagan una extorsión de unos 10 dólares por vehículo a una pandilla que creen que es la Mara Salvatrucha.
“Niños desperdigados por la ciudad apuntan el número de autobuses en circulación y calculan la cantidad de dinero a recibir”, dijo un conductor sin dar su nombre.
Cantidad incompleta“La semana pasada quien realizaba los cobros no le entregó la cantidad completa a sus jefes”. Dicen que oponerse a este esquema de funcionamiento o, simplemente denunciarlo a la policía, significa “que lo maten a uno”.
Honduras vive una ola de violencia que lo ha convertido en uno de los lugares más peligrosos del mundo, con 86 muertos con por cada 100,000 habitantes, según datos oficiales.
Esta tasa se ha duplicado en los últimos cinco años, multiplica por veinte la de los Estados Unidos, y se sitúa diez veces por encima de lo que la Organización Mundial de la Salud define como “epidemia”.
Una epidemia contagiada por la violencia de pandillas, como la Mara Salvatrucha, que tienen sitiado al país al ejercer su poder casi imperial para extorsionar, asesinar, y traficar drogas en un ambiente de marcada impunidad e impotencia.
Esta pandilla, conocida también como MS-13, nació en la década de los 80 en las prisiones de California y muchos de sus miembros fueron deportados a países de origen en Centroamérica. Juan Carlos Zúñiga, alcalde de San Pedro Sula, reconoce que el AP lugar se encuentra amenazado por una violencia a la que las autoridades no son capaces de hacer frente.
Violencia bien definida“Como gobierno local no tenemos los instrumentos necesarios para enfrentarnos a una violencia bien definida e identificada, derivada del narcotráfico, que nos supera”, dijo. Para César Cáceres, que dirige el programa de apoyo a la seguridad de la Unión Europea en Honduras, “la zona del Valle de Sula está geográficamente posicionada hacia la costa atlántica, desde donde ejerce de portaviones para movilizar la logística necesaria para el narcotráfico”.
Varios policías dijeron, bajo la condición del anonimato por temor a venganzas, que en la guerra “el que no mata, muere”.
Dicen que si, por ejemplo, un miembro de la Mara Salvatrucha soborna a un juez y sale libre, es probable que regrese para tomar venganza contra el policía que lo detuvo.
Otro explica que en sus días libres no está autorizado a portar armas y aunque lo hiciera se encontraría en inferioridad de condiciones frente a la capacidad armada de las pandillas.

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