lunes, 30 de agosto de 2010

Haití encara comicios tras desastre de enero


En las laderas hacinadas de Petion-Ville, en el siempre transitado Delmas o en el centro histórico de Puerto Príncipe, la gente hace ahora su vida normal entre las ruinas.

Mil quinientos refugios repartidos en la capital haitiana ya son parte del paisaje natural siete meses después del terremoto que arrasó con la ciudad, y que cientos de hombres y mujeres recorren bajo un sol abrasador, distribuidos en brigadas para retirar la mayoría de las 60,000 toneladas de escombros que aún no han sido removidas.

La huella del desastre es una cicatriz difícil de borrar, pero no hay lugar para el lamento cuando el tiempo apremia.

“La urgencia ahora es sacar a las personas de los campamentos y darle trabajo al pueblo”, dijo a LISTÍN DIARIO Leslie Voltaire, uno de los funcionarios que participó en la creación de la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (CIRH) y que ahora se postula a la presidencia.

Pero de los 11,000 millones de dólares comprometidos por la comunidad internacional para la reconstrucción de Haití en junio y abril pasados, apenas ha llegado el dos por ciento, y aunque ha fluido dinero a través de las organizaciones no gubernamentales, el gobierno ha recibido solamente 95 millones de dólares de España, Brasil y Noruega para resolver los problemas más urgentes. “La emergencia ha durado siete meses”, dice Voltaire.

Logros
Pese a la dificultad para recabar el dinero, el gobierno haitiano ha podido relocalizar en estos meses a cerca de 6,000 personas en casas temporales y con servicios básicos en un lugar conocido como Corail, pero la experiencia fue afectada por las lluvias que destruyeron las instalaciones.

Además, las autoridades declararon de utilidad pública algunos espacios para albergar a los refugiados, y con la ayuda de la ONU y Habitat, tienen tiempo recorriendo la ciudad marcando con diferentes colores las casas que pueden ser rehabitadas, las que requieren reparación y las que deben ser destruidas. Mediante el programa, que se llevará entre unos seis y nueve meses, unas 700,000 personas podrán abandonar por fin los campamentos.

También la semana antepasada, la Comisión Interina por la Reconstrucción de Haití, que fue creada para administrar la ayuda a través de un fondo fiduciario que maneja el Banco Mundial, aprobó 29 proyectos que se ejecutarán a lo largo de tres meses, todos con una inversión de 1,600 millones de dólares que no están completos.

El problema es que el desorden impera en Puerto Príncipe (los refugios son rodeados por nuevos cordones de miseria), se han detectado casos de corrupción en el manejo de la ayuda, que además no llega, y gente como Francoise Notaire, uno de los 50,000 refugiados que viven en el principal asentamiento de damnificados, se queja de que el gobierno no hace nada por ellos.

Notaire, que vive desde enero con su madre en el Campo de Golf de Petion Ville, que perdió a parte de su familia en el terremoto, y que no encuentra trabajo, asegura que no tiene cómo conseguir alimentos y medicina.

“Haití no tiene por sí solo la capacidad para lograr su reconstrucción”, dijo a LISTÍN DIARIO Edwin Paraison, el ministro que estuvo a cargo de supervisar las labores de rescate en el sudeste del país luego del terremoto, para quien la experiencia de Corail (la relocalización de personas) “no fue muy feliz”.

Pero no todo es derrota. El mismo Paraison compara lo que pasó en el campamento con el éxito en el sector educativo, que dos meses después del desastre pudo hacer que los estudiantes ya estén en pruebas nacionales y se anuncie para octubre el inicio del próximo año escolar, cuando se pensaba que este año no abrirían las escuelas.

En el horizonte, unas elecciones que ya han dado de qué hablar por la exclusión de algunos candidatos, que prometen ser muy disputadas y que según Leslie Voltaire, una de las principales cartas de la oposición, revelará el nivel de aceptación que existe con respecto al actual gobierno.

“Hay un malestar porque la población no recibe información del gobierno y la gente ya no tiene esperanza de que las cosas cambien”, asegura Voltaire, quien se enfrenta el 28 de noviembre a figuras de peso como los ex primeros ministros Jacques Edouard Alexis e Yvon Neptune, y Jude Celestin, éste último candidato del oficialismo.

Voltaire, arquitecto de profesión y después del terremoto de enero enlace oficial entre el gobierno haitiano y el enviado especial de la ONU para Haití, Bill Clinton, cree que sólo entre el 30 ó 40 por ciento de la población (un millón doscientas mil personas) irá a las urnas, pero que ese número será suficiente para cambiar el rumbo del país.

“La vida era difícil antes del sismo, ahora es más difícil. Los más pobres del hemisferio ahora son más pobres”, dice.

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