Según cuenta la historia, la Virgen de las Mercedes se apareció a los soldados españoles que libraban un combate con los aborígenes de la isla en los primeros años del Descubrimiento.
Desde ayer, el templo y sus alrededores fueron acondicionados para recibir a los miles de feligreses provenientes de diferentes lugares del país que tradicionalmente año tras año se dan cita a ese lugar para venerar a la Virgen de las Mercedes.
Muchos de los peregrinos, principalmente de pueblos cercanos como La Vega, Santiago, Moca, Jarabacoa, Cutupú y otros, deciden subir al Santo Cerro a pie en señal de penitencia y alabanza a la virgen, pero otros llegan en tours en autobuses, minibuses y vehículos particulares.
Aunque la mayoría de los fieles provienen de las 14 provincias del Cibao, también todos los años acuden al santuario del Santo Cerro, de La Vega, personas de Santo Domingo, el Este y hasta del lejano Sur, que llegan a ese lugar a rendir culto a Nuestra Señora de las Mercedes.
Como todos los años, la ocasión es aprovechada por cientos de pediguenos dominicanos y haitianos que muestran sus necesidades y piden a los peregrinos que les tiendan una limosna que puedan remediarlas. Adultos y menores comenzaron desde anoche a copar la parroquia del Santo Cerro y sus alrededores, unos para rendir culto a Nuestra Señora de las Mercedes, otros para solicitar un milagro o consuelo especial, y también para pagar promesas por los dones y favores recibidos de la más antigua de las vírgenes que adoran los católicos.
Algo tradicional de esta celebración es que de regreso a la casa todo visitante del Santo Cerro quiere llevarse una muestra de que subió al santuario: los famosos rosquetes hechos a base de maíz y las dulces y exquisitas canquiñas, son adquiridas porque es la muestra más clara de que subieron al empinado lugar.
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