Con 12 años de edad, Brunilda (nombre ficticio) llevaba varios años tratando de aprobar el primer grado de la educación básica en una escuela pública de Los Alcarrizos, pues, debido a los problemas psíquicos, emocionales y traumáticos provocados por la violación sexual de su padrastro y la falta de protección de su madre no lograba concentrarse en sus estudios.
El abuso sexual constituye la segunda violación más frecuente que se inflige en las niñas en este país, luego del castigo físico y psicológico como forma de corrección, situación que se repite con frecuencia en los hogares dominicanos, principalmente en los sectores marginados, por el estado de hacinamiento en que viven.
La psicóloga clínica y terapeuta familiar, Rafaela Burgos, señala que una niña víctima de abuso posiblemente manifiesta conductas extremas: demasiado agresiva, triste, aislada, dificultades para socializar, y muchas veces va a mostrar miedo, pesadillas, problemas de alimentación y una serie de síntomas que indican que algo puede estar pasando.
La maestra de Brunilda descubrió que ella estaba siendo abusada por su padrastro tras un seguimiento constante que procuraba ayudarle a superar el grado que cursaba. Su interés comenzó al ver la conducta de la niña en el curso: utilizaba palabras obscenas para dirigirse a sus compañeros y no lograba concentrarse en el aula.
Al cabo de un tiempo logró hacerse amiga de su alumna y pudo modificar su comportamiento. Fue entonces cuando Brunilda le confesó que estaba siendo víctima de abuso sexual por parte de su padrasto, quién solía entrar a su habitación cuando dormía, con el agravante de que la amenazaba para que no se lo contara a nadie.
No obstante, la niña le contó lo que estaba ocurriendo a su madre, quien reaccionó pidiéndole que guarde silencio, porque eso le podía traer consecuencias muy graves que hasta podrían ser funestas. Su recomendación fue que cuando su padrastro la llamara no fuera y que tratara de no vestirse bien señida a fin de que si él intentaba tocarla no lo lograra.
Un estudio sobre la maternidad que realizó un grupo de ginecólogos en la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, entre enero del 2009 y abril del 2010, reveló que en ese período 570 niñas de 14 años, o menos, llegaron embarazadas. De acuerdo al estudio, de cada cien mujeres que llegan embarazadas 2 tienen 14 años o menos. La ginecóloga obstetra Lilliam Fondeur considera que la cifra es alarmente, aunque admite que existe un subregistro.
El 82.14% de las embarazadas en este grupo tenía 14 años de edad; el 3.75%, 12 años o menos; y el 14.11%, 13 años de edad, según el registro de la maternidad.
La especialista asegura que en la etapa de la niñez la mujer es más vulnerable y está más expuesta a la violencia, como el abuso sexual, la trata y el tráfico, el trabajo infantil y la falta de acceso a sus derechos, entre otros.
Muchas veces esta situación se agrava cuando es permitido por la madre de la víctima, lo que la especialista asocia a un vínculo o atadura psicológica fuerte que le impide actuar diferente.
Mientras que en la adolescencia se conecta con el despertar sexual, y pudiera aparecer un conocimiento sexual precoz o a veces con temor a los temas sexuales o dilación en ellos. “Se sale de las clases de educación sexual, se siente avergonzado y posteriormente puede presentar conductas múltiples, como depresión, ansiedad extrema, trastornos del sueño, conducta sexual satanizada y posibles problemas en la relación de pareja”, dice.
Si la experiencia ha ocurrido con personas del mismo sexo, provoca confusión de la identidad sexual. “Muchas veces encontramos que varones que han sido abusados por hombres tienen la idea de que por esa razón son homosexuales”, apuntó Burgos.
En muchos casos el abuso sexual contra una menor de edad termina en un embarazo que pone en riesgo la vida de la infante y la convierte en una madre abandonada, anclada en la pobreza, que tiene que asumir la maternidad sola.
“Los embarazos en niñas ponen en riesgo su vida, toda vez que la mortalidad materna es de un 30% en una adolescente”, indicó la especialista.
Agregó que desde el punto de vista biológico la predispone a muchas complicaciones, como la hipertensión estacional, que es la principal causa de mortalidad materna en el país, sobre todo el adolescente.
Los embarazos en niñas aumentan la tasa de cesáreas en hasta un 50 ó 60%, porque la pelvis no se dilata igual que la de una adulta, además de que el parto implica una cooperación, tanto de la madre como del proveedor de salud que la asiste.
Las cesáreas a su vez aumentan la posibilidad de infecciones en la herida y las complicaciones postquirúrgicas.
Las niñas que suelen quedar embarazadas se convierten en madres abandonadas que regularmente deciden buscarse otra pareja con el propósito de salir de la situación económico en que viven. “Pero no es que se está prostituyendo, sino buscando la forma de salir de la pobreza”, dijo, al tiempo que es difícil salir de la pobreza con el bajo nivel de educación que tiene la mayoría.
“Estas niñas no son adultas y le estamos robando su niñez, y las niñas tienen derecho a ser niñas, no tienen porque ser adultas”, manifestó Fondeur.
Agregó que hay que ser adulta para cargar con la responsabilidad, no de engendrar ni de traer un nuevo ser al mundo, sino de educar a otra persona.
“Las niñas tienen derecho a no ser madres”, sostuvo.
En las escuelas se pueden desarrollar programas educativos que logren lo siguiente: que los niños identifiquen el abuso sexual, preparar temas que contribuyan a un ejercicio sano de su sexualidad, enseñarles cómo defender sus derechos sexuales, la autodefensa, como decir NO y solicitar ayuda, y disminuir la vulnerabilidad de los niños y niñas a la victimización sexual.
irritabilidad y explosión injustificada, siente rechazo hacia algún miembro del seno familiar, con sentimientos de odio y venganza.
El abuso sexual constituye uno de los más devastadores problemas para la paz de una comunidad, debido a su potencial destrucción, que promueve y genera nuevos círculos de violencia que obstaculizan, distorsionan y alteran el desarrollo de los individuos.
El seis por ciento de los adolescentes entre 14 y 18 años ha sido víctima de algún tipo de agresión sexual o violenta, de acuerdo a un estudio sobre comportamiento y salud en jóvenes escolares de la República Dominicana, dado a conocer por el Ministerio de Educación.