lunes, 18 de junio de 2012
Familia muy pobre comparte medio colchón entre ocho
Una familia de ocho miembros, compuesta por la madre y siete hijos, comparte la aventura de descubrir qué comerán cada día y de un solo colchón para las noches.
Dilenia Rodríguez tiene solo 29 años de edad, es madre soltera de siete infantes, de los cuales tres requieren servicio de salud, pero ni siquiera tiene la facilidad para llevarlos al hospital.
La precariedad es extrema, al punto de que María Angélica, de 11 años; Dileysi, de 8; Rey David, de 7; Luis David, de 3; Diana, de un año, y los mellizos Dariel y Dariana, de seis meses, tienen que compartir un medio colchón colocado encima de cuatro blocks, porque no hay otra cama para dormir. La madre debe acostarse en el piso.
Viven en una casa de madera y parte de zinc, casi en el suelo y sin energía eléctrica. Es de una sola habitación. Tampoco cuentan con servicio de agua potable La vivienda no tiene ni siquiera un baño.
María Ángela Rodríguez, abuela de los niños, expresó con tristeza que estos se mantienen atentos a que alguien pase comiendo para pedirle. Agregó que los niños no tienen ropa ni consumen los nutrientes necesarios para crecer.
María Angélica, la mayor de las niñas, tiene 11 años y parece de 8. Casi llegando a la pubertad aún su cuerpo no se ha desarrollado debidamente, mientras Diana, de un año, estaba enferma de gripe y fiebre, pero andaba descalza. Todos viven de la caridad de vecinos que se acercan a ellos con un pedazo de pan.
Limosna
Rey David, uno de los niños que también es conocido como “La Pulga”, ya es popular en todo el vecindario, porque sale a la calle a pedir limosna para poder comprar pan.
Es una acción que imitan de su madre, quien también sale por los alrededores de la iglesia del sector a pedir dinero para comprar comida. Sus dos hijos mayores no estudian porque no hay para comprar útiles escolares.
Margarita Domínguez es una de las pocas solidarias que se acerca a esta familia a llevar ropa y comida cada vez que puede. Ella relata la cara de felicidad que ponen los niños cuando les dan de comer.
Abuela de los niños apela a la solidaridad
La desnutrición de estos niños está marcada en la piel y el pelo. Los mellizos de seis meses ayer no tenían leche ni pañales. Además estaban congestionados por el virus de la gripe.
La abuela María Ángela, ya anciana y con dificultades en la pierna, dice que no soporta ver a sus nietos pasar hambre y tantas precariedades. Lamentó no tener nada que darles porque ella también vive en la pobreza. Ante esta realidad, pide ayuda a las autoridades. En este caso están negados todos los derechos fundamentales de la niñez, como alimentación, salud y educación, entre otros.
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