Albert Pujols conectó una potente línea por el jardín izquierdo, y los jugadores de los Angelinos de Los Angeles se pusieron de pie en el dugout, al igual que el público en el estadio. La pelota mantuvo su trayectoria hacia las gradas, pero al final aterrizó unos pocos metros en terreno de foul.
Un lamento colectivo recorrió el Angel Stadium después de ese batazo el lunes por la noche, un quejido que se repite cada noche.
Un mes después del inicio de la temporada, y tras firmar un contrato por 240 millones de dólares, el toletero más temido del béisbol parece haberse quedado sin pólvora en el bate.
“Sé que puedo batear jonrones”, afirmó Pujols. “No sé cuándo sucederá”.
Pujols no sacó una pelota del parque en todo abril, una sorprendente racha de 23 partidos y 92 turnos al bate sin hacer lo que hizo 445 veces en 11 temporadas con los Cardenales de San Luis. Desde el final de la temporada pasada, el inicialista dominicano atraviesa la sequía más larga de su carrera, con 29 partidos y 121 turnos sin conectar de vuelta completa.
Para un toletero superdotado que se supone que está en el mejor momento de su carrera, es una racha preocupante, incluso en los primeros pasos de su contrato por 10 años.
Para los Angelinos, que están pagándole una cifra estratosférica al que es considerado como el mejor bateador de su generación, es un problema que amenaza con ponerse feo.
“No pienso en eso”, comentó Pujols. “Podría ser mañana, al día siguiente, en un mes, no lo sé. Mi trabajo es estar listo para jugar y hacer cada swing... cuando llegan los jonrones, llegan por montones”.
Por ahora, no han llegado con el uniforme de los Angelinos, y eso no era lo que el equipo esperaba cuando fichó a Pujols por una década con el tercer contrato más lucrativo en la historia del béisbo
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