Albergado en la casa de Blasina Puntiel, tía de su vástago, en la comunidad Las Canas, adonde acudió hace un mes desde el sector Capotillo de la capital, donde vive, en busca de tranquilidad y una mejor recuperación, Juan José ha visto destruida su paz y desmejorada su salud.
Recibió por telefóno la noticia de que José Pimentel, de 27 años, el hijo menor de su primer matrimonio, fue acusado de estar preparando artefactos con fines terroristas.
“No creo nada de eso, ese muchacho no es capaz de halarle los cabellos a una gente, y veo que ahora me lo están presentando como un Bin Laden”, señala Pimentel, entrevistado por LISTÍN DIARIO, en el hogar de su pariente al momento que regresaba de realizarse chequeos médicos. Asegura que desde que supieron la noticia ni él ni su otro hijo han podido conciliar el sueño.
Los familiares que le acompañan también están impactados.
La tía de Pimentel dice que aunque no ha compartido mucho con el muchacho eso le ha sorprendido grandemente, porque se trata de una familia buena y humilde, cuya madre ha trabajado fuerte para criar a sus tres hijos.
Pimentel reconoce que su hijo estaba pasando por una crisis depresiva debido a que hace dos años se separó de su esposa y ésta se negaba a dejarle ver el hijo que habían procreado. “Hace como 20 días que su mamá me llamó y me dijo que José estaba en depresión y yo le pedí que me lo pusiera al teléfono para aconsejarlo, pero no quiso hablar conmigo”.
Admite que su hijo cambió mucho luego de que entrara a la religión islámica, de lo cual la familia trató de disuadirlo, pero no pudo.
“Mi hijo no da para eso de terrorismo, quiero que se profundice y que no vengan con ese cuento, que se investigue bien”, dijo Pimentel al recordar que cuando la madre del muchacho lo llamó para darle la noticia se quedó sin habla, y que ella estaba como loca de tanta desesperación.
En ese entonces, agregó, había empezado en el Islam, y su hermano mayor que vive aquí en el país, lo llevaba a fiestas, le daba alcohol y le convidaba a salir con mujeres con el propósito de que olvidara la religión. Pero que una vez que regresó a Estados Unidos volvió a lo mismo.
Señala que José ha sido siempre el niño bonito de su mamá, quien se ha pasado todo el tiempo trabajando para darle todo lo que necesita allá en los Estados Unidos. Dice que su hijo no trabaja, por lo que no es verdad que tuviera dinero para comprar los materiales que según las autoridades norteamericanas tenía para armar las bombas.
“Yo quiero que los medios de comunicación de aquí me ayuden porque esa es la única manera de presionar para que las cosas se aclaren, porque nosotros no tenemos dinero para pagarle un abogado”, señala el padre, quien dice que lo que más le atormenta a él y a sus hermanos, es el hecho de que saben que su pariente no está en capacidad de soportar la cárcel.
Dice que si eso ocurre será un sufrimiento que cargaría para siempre. Confesó estar angustiado y dijo creer que esa acusación que se le hace es un montaje, porque se trata de una persona que vive en un apartamento con su madre y su abuela, que no es posible que estuviera preparando artefactos sin que nadie se dé cuenta.
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