Con esas expresiones, la señora Ángela Andújar trata de describir la pena que corroe su corazón desde el día de 2006 en que su único hijo, Sandrio de Jesús Andújar, cayó preso en Estados Unidos.
Pero ahí no solamente radica el motivo de su pena y sufrimiento. Su mayor angustia y desesperación comienza desde el momento en que su vástago fue trasladado de cárcel, y perdieron todo contacto. Ahora no sabe dónde está recluido o si está vivo, porque las últimas noticias que recibió de su hijo, por mediación de una sobrina, era que lo habían golpeado dentro de la prisión.
Recordar aquel día en que su hijo se fue del país, hace 12 años, le provoca nostalgia.
Pero al hablar de su situación como prisionero en una cárcel que ella desconoce, estalla en llanto.
Mantener el contacto con un pariente recluido en el exterior constituye una odisea para muchas familias dominicanas, sobre todo para aquellas que, como los padres de este joven, Ángela Andújar y Ramón de Jesús, carecen de recursos econó- micos para ir a verlo, por lo cual nunca han podido visitarlo en la prisión norteamericana donde está.
Esta familia, oriunda del humilde poblado de Sabana Larga, perteneciente al sector El Carril, del municipio de Haina, solicitó a las autoridades de Relaciones Exteriores ayuda para localizar a su hijo, petición que ya han tramitado por escrito, vía la Comisión de los Derechos Humanos. Posteriormente, pedirán una visa humanitaria para ir a verlo, y tendrán que gestionar recursos para poder viajar.
¿Dónde está?El presidente de la Comisión de los Derechos Humanos, Manuel María Mercedes, envió una comunicación al canciller Carlos Morales Troncoso, el 29 de julio del 2010, solicitándole su invetervención para localizar al joven, pero no han recibido respuesta. La familia demanda una investigación.
Este caso llegó a la Comisión de los Derechos Humanos a través del secretario de Finanzas, Juan Antonio Martínez Rodríguez, quien además es vecino de los padres del joven preso.
La abogada Bethania Piñeiro, que trabaja también para la Comisión de los Derechos Humanos, ha ayudado a esta familia a realizar algunas gestiones en la cancillería.
“En la carta que él le mandaba a su madre, que yo pude leer, él temía por su vida; al pasar el tiempo y no tener información alguna de él, la madre teme que le haya ocurrido algo”, expresó Piñeiro.
Como vecino de la familia, Martínez Rodríguez ha dado seguimiento de cerca a esa situación. “Todavía no hemos tenido respuesta satisfactoria de la cancillería, nosotros como Derechos Humanos esperamos una respuesta satisfactoria”, subrayó Martínez Rodríguez.
El joven guardaba prisión en una cárcel de Missouri, Estados Unidos, según supo su mamá a través de una sobrina. Se enteró luego de que fue trasladado, pero desconoce a qué cárcel. Tampoco si fue condenado. Solo saben, dicen, que fue acusado de violencia intrafamiliar.
Andújar Encarnación dice que ha visitado en varias ocasiones a la Cancillería, pero sin tener éxito.
Como polizónAquel día en que se montó en un barco de manera ilegal para ir a Estados Unidos, cuando tenía 20 años de edad, Sandrio solo pensó en una mejoría económica para él y su familia. Soñaba con terminar una casa que había iniciado su mamá.
Sin pensar en los peligros que corría, se montó en un barco. Como polizón cruzó el mar Caribe. Abandonó su patria.
Duró un tiempo enviando dólares a sus padres con cierta frecuencia, con lo cual logró materializar su sueño de terminar la casita materna.
Allá se casó, formó una familia con una ciudadana norteamericana, con quien procesó, dos hijos. Pero un problema de violencia intrafamiliar con su pareja lo condujo a la cárcel.
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