Se ha convertido en el confidente de esta humilde señora, de 73 años, y sabe el sufrimiento que ha padecido durante los últimos cuatro años, desde que pasó a ser una víctima de la delincuencia.
Los ojos se le humedecen cuando comienza a narrar su caso, junto a un hijo suyo, Vicente, quien también ha sido víctima de la delincuencia, producto de un primer suceso de violación a la ley penal que cambió la vida de esta familia. La historia comenzó en el 2006, cuando una nieta de Carmen, de 13 años, fue violada sexualmente por un vecino.
La madre de la niña, Teresa Colón, puso una querella en la Fiscalía del Distrito Nacional, a la cual le daba seguimiento en compañía de su hermano Vicente.
Esa acción colmó la ira del victimario, quien todavía andaba suelto, pero no se había alejado completamente de esta familia, a la que amenazaba constantemente con agredirla, hasta que un día cumplió su promesa.
Un hijo de Vicente, de 21 años, fue la segunda víctima, al que asesinó el mismo violador en compañía de dos primos. No conforme con ese hecho, el violador y sus cómplices continuaron llevando luto a la casa de Carmen. Y en el 2008 mataron a su hija Teresa, la madre de la menor que había sido violada, cortándole el cuello con un cuchillo.
Más tarde, le cortaron la mano a otro nieto de Carmen.
Residente en el empobrecido sector Los Guandules, Colón ha visto cómo su salud física y emocional se ha ido deteriorando, teniendo que recibir atenciones psicológicas por más de tres meses.
“Es que no es fácil, mi nieto muerto y a mi hija le mocharon la cabeza”, comenta con dolor, mientras se lleva la toallita blanca a los ojos para secarse las lágrimas que no pudo contener al recordar el tiempo que tiene su hija de fallecida. Los victimarios fueron apresados en San Juan de la Maguana y sometidos a la justicia, pero tres años después de ocurrir el primer hecho.
El suceso trágico ha dividido a dos familias en un mismo sector, porque víctimas y victimarios eran vecinos y crecieron en el mismo entorno.
Las secuelas Después de esas tragedias, la señora Carmen tiene que andar con pastillas y mentol encima para tratarse unos dolores en el cuello, de los que no ha podido recuperarse, aunque frecuentemente asiste al médico.
Los hechos trágicos llegaron uno tras otro, sin que la familia Colón recibiera protección física, ni ayuda económica para enfrentar la triste realidad que le ha tocado vivir.
Viuda desde hace 23 años, Carmen ahora ha tenido que atender a los cinco nietos que quedaron huérfanos, quienes tampoco han recibido el calor de su padre. Tres son menores de edad.
Sandra de la Cruz lleva más de 100 casos en diferentes etapas, unas en primer grado, otros en apelación y otros en la Suprema Corte de Justicia (SCJ).
El trabajo que realiza lo define como gratificante, sobre todo en el aspecto emocional, porque interactúa con personas de escasos recursos y ayuda a personas que no pueden acceder a la justicia de manera efectiva.
Precisa que el Código Penal exige que para que la víctima pueda acceder de manera activa en la justicia requiere de un abogado, por lo que la Procuraduría le suministra a ese profesional de manera gratuita.
En el 2009, la madre de la menor violada y su hermano fueron remitidos a ese servicio desde la Fiscalía del Distrito Nacional, debido a que la familia no podía costear el procedimiento legal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario