CIUDAD DEL VATICANO .-- El papa Benedicto XVI pidió el viernes la intercesión divina por la paz en el mundo y el amor al próximo al celebrar la misa de Nochebuena en medio de fuertes medidas de seguridad por los atentados contra dos embajadas en Roma y fallas en la seguridad de la Santa Sede en los últimos dos años.
"Damos gracias porque el Dios niño se pone en nuestras manos, mendiga, por decirlo así, nuestro amor, infunde su paz en nuestro corazón", dijo el pontífice tras recorrer en procesión el pasillo central de la Basílica de San Pedro para oficiar la misa.
"Esta alegría, sin embargo, es también una oración: Señor, cumple por entero tu promesa. Quiebra las varas de los opresores. Quema las botas resonantes. Haz que termine el tiempo de las túnicas ensangrentadas", expresó Benedicto XVI, que llegó al templo con su grupo normal de guardaespaldas y en el trayecto bendijo a dos bebés.
El jerarca de la iglesia católica dijo que la oración es igualmente un llamado a Dios para que cumpla la promesa de que "la paz no tendrá fin".
"Te damos gracias por tu bondad, pero también te pedimos: Muestra tu poder. Erige en el mundo el dominio de tu verdad, de tu amor; el 'reino de justicia, de amor y de paz''', manifestó Benedicto XVI.
En el trayecto del pontífice al altar, una banda tocaba mientras los fieles mostraban fotografía y aplaudían a su paso.
El Papa afirmó que el niño Dios lleva en sí mismo la sabiduría y el consejo divino. "Precisamente en la debilidad como niño él es el Dios fuerte, y nos muestra así, frente a los poderes presuntuosos del mundo, la fortaleza propia de Dios", señaló en la homilía.
El pontífice consideró que el apóstol Pablo amplió y profundizó la idea de Jesús como "el primogénito de la creación" que es, "verdadero arquetipo del hombre" y por lo tanto "el hombre puede ser imagen de Dios, porque Jesús es Dios y hombre, la verdadera imagen de Dios y el hombre".
Benedicto XVI inició las festividades el viernes encendiendo una vela en la ventana de su estudio con vista a la Plaza de San Pedro. La lluvia era intensa y la concurrencia, mínima.
Durante la misma ceremonia en el 2008 y 2009, una mujer con problemas psiquiátricos se lanzó hacia el Papa cuando avanza por el pasillo hacia el altar, y el año pasado logró derribarlo.
En la misa del viernes no se repitió esa situación. En su mensaje, Benedicto XVI insistió en recordar el nacimiento de Jesús que es conmemorado en la Navidad y oró para que los feligreses actuales busquen asemejarse más a Cristo.
"Ayúdanos a reconocer tu rostro en el otro que me necesita, en los que sufren o están desamparados, en todos los hombres, y a vivir junto a ti como hermanos y hermanas, para convertirnos en una familia, tu familia", dijo.
La seguridad, debido también a los problemas de los dos años anteriores, fue redoblada el viernes luego del envío de las bombas por correo el jueves a las embajadas suiza y chilena -que explotaron y causaron dos heridos.
Los ataques acentuaron las tensiones provocadas por violentas protestas contra el gobierno en el centro histórico la semana pasada y una falsa alarma por bomba en el metro el martes pasado.
La mujer que atacó al Papa fue identificada como Susanna Maiolo, de nacionalidad suiza. La policía estuvo atenta a la presencia entre la multitud de una persona con una camiseta roja como la que vestía Maiolo durante el ataque.
En 2008, el servicio de seguridad impidió que se acercara al Papa. Pero en 2009, pudo aferrar la sotana de Benedicto y hacerlo caer cuando los guardias la derribaron.
El pontífice resultó ileso y a los pocos segundos se enderezó y continuó la misa. Pero el cardenal Roger Etchegaray, un diplomático retirado que se encontraba cerca del Papa, también cayó y sufrió una fractura de cadera.
Después del incidente, el Vaticano revisó el mecanismo de seguridad. Pero las autoridades han advertido que siempre habrá riesgos para el pontífice debido que por lo regular está rodeado de decenas de miles de personas en sus audiencias semanales, las misas, los saludos papales y otros acontecimientos.
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