Tengo la oportunidad de escuchar la realidad de mucha gente que llega a los eventos donde predico. Eso me hace permanecer con mis pies sobre la tierra y me hace además valorar grandemente las cosas y las personas que me rodean. Al escuchar la cantidad de conflictos personales y familiares con los que la mayoría de las personas tienen que lidiar diariamente, me doy cuenta que, en la mayoría de los casos, la soledad y los vacíos son tantos, que es como que si necesitasen urgentemente de un nuevo padre y de una nueva madre que les adoptase y les llenase los vacíos que hoy demuestran. Usted, sin ni siquiera saberlo, puede encontrarse en el grupo de los miles de miles que están en necesidad de adopción urgente.
Somos huérfanos de alguien que nos afirme, que nos instruya, que nos aliente, que nos apoye, que nos escuche, que se interese por nuestras cosas exactamente como lo son los niños cuyo corazón retrocede ante la pronunciación de la palabra papá, pues al escucharla, ésta sólo representa tristeza, dolor, ausencia, irresponsabilidad o violencia. Dentro de cada adulto, habita el pequeño niño que le precedió. Lo que somos hoy, está profundamente enraizado en la niñez que tuvimos y muchas de las deficiencias que tenemos en nuestro carácter y nuestra personalidad provienen de las primeras experiencias que encontramos cuando niños. Aprendemos temprano el arte de suprimir y enterrar nuestros sentimientos.
Todo lo que somos hoy, autoestima, sexualidad, conocimiento interno de quienes somos está profundamente plantado en el suelo de nuestros primeros recuerdos, experiencias y definiciones. Estoy muy preocupado porque en el ajetreado mundo en que vivimos hoy, los niños están creciendo sabiendo que no les estamos escuchando y los vacíos y carencias que traemos de nuestra niñez nos está haciendo incapaces de dar lo que ellos necesitan: ¡atención! Por este motivo tenemos hoy en las calles de mi país, una generación de jóvenes violentos e iracundos, llenos de una ira que los está consumiendo y transformando. Esa ira se manifiesta en la violencia de nuestras calles, la impaciencia , la intolerancia y la incapacidad de convivir con los demás. Lo grande es que ese enojo que traemos no sólo se manifiesta en violencia en las calles, afuera. Ese mismo enojo lo llevamos a matrimonios en los cuales se siente que nadie escucha y a nadie le importa lo que a uno le sucede.
Estamos demasiado heridos para reír auténticamente. Estamos al borde de explotar, pero ¡no nos atrevemos a llorar! Veo las calles llenas de juguetes nuevos (carros último modelo) que lo único que me hacen entender es que quienes se esconden tras ellos, lo hacen porque tienen una necesidad progresiva de esconder su dolor y su culpa. Unos pagan más caro que otros, pero a fin de cuentas, el pobre y el rico se esconden detrás de sus juguetes. Estamos siendo atrapados por los vacíos dejados por padres ausentes o demasiado ocupados. El día de hoy, escribo para que esto cambie. Escribo para hacerle saber que todavía estamos a tiempo de hacer algo. Escribo para que su amor por su familia vaya mucho más allá que los dolores que ella le haya causado. Nuestras familias están siendo destruidas delante de nuestros propios ojos. Los jóvenes se han vuelto tan agresivos y coléricos que los adultos están intimidados por ellos. La figura paterna debe resurgir como nunca antes en nuestras vidas.
Le reitero que la solución será que en nuestros hogares recibamos con los brazos abiertos a una nueva generación de padres diferentes a los que con gusto llamaré padres adoptivos. Hemos llegado a ser padres coléricos e insensibles sin darnos cuenta que hemos producido una generación más colérica e insensible que la nuestra. Vamos a cambiarla hoy mismo, cambiando nosotros primero. Les ayudaremos a salir de esos hoyos en los que han caído, cuando lleguemos a ellos como hombres y mujeres nuevas, diferentes. Seremos como otros padres, los adoptivos, los que no importa lo que encuentren, van decididos a mejorarlo.
He comenzado este escrito pensando en que en los días venideros se celebrará en el país el día del padre. De corazón espero que se celebre como todo verdadero papá se lo merece. Si encontramos hombres hoy que se atrevan a regresar a recuperar lo perdido, seremos verdaderamente una generación de padres adoptivos. Esos padres adoptivos serán capaces de devolvernos lo que la vida nos ha quitado. Si lo analiza con detenimiento, comprobará que tengo razón al sugerirle que se transforme en un padre adoptivo, capaz de hacer que los demás puedan experimentar hoy lo que no tuvieron o les faltó ayer. ¡Sea valiente y atrévase! Una de las cosas maravillosas de la iglesia es que está siempre en la disponibilidad de ayudar a renovar el sentido de familia. Desde ella y a través de mí, Dios le está tendiendo la mano. Juntos seremos los nuevos padres que nuestras familias necesitan. Acérquese a su iglesia y aprenda que en la mayoría de los casos, un padre adoptivo no necesitará más que una palmada en el hombro o una sonrisa oportuna puede ayudar a tranquilizar a cualquier ser humano. Aprenda el arte de dar.
Los verdaderos padres adoptivos son los que sirven. La verdadera hombría siempre servirá a los demás, jamás se servirá de los demás. Los auténticos grandes hombres, como Jesucristo, lavan los pies. Su atención paternal dignifica la existencia. ¡Transfórmese hoy en un padre nuevo, un padre adoptivo! Que cuando el tiempo de su partida llegue, antes de que pase del barco a la otra orilla, deje un legado imborrable de atención y entrega a los suyos. Dése hoy como nunca. Lave los pies como nunca antes. Me alegra saber que soy padre para mis hijos. Me alegra saber que soy padre para muchísima gente, no por vínculo de sangre, sino por vinculo del ministerio que ejerzo. Sé lo que significa ser padre adoptivo. Estoy enlazado a mucha gente en una nueva oportunidad de vida que Dios nos ha regalado. Tengo un corazón lleno y una mano abierta. Eso es un padre adoptivo. Su corazón está lleno del depósito que otros han hecho y su mano está abierta para entregarlo. ¡Llénese de Dios y entréguelo! No se guarde nada para usted. Como empecé este escrito con el texto bíblico termino. Su familia podrá tener muchos ayos (instructores), pero el único título de padre lo tiene usted; ejérzalo con dignidad, de una manera nueva, como padre adoptivo.
Con mucho amor,
Saulo Hidalgo
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